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Biblioteca Julio Mario Santo Domingo
En este espacio de lectura habitan verbos que lo convierten en un espacio fascinante

Por: Tatiana Soriano Moreno, auxiliar de Biblioteca Julio Mario Santo Domingo

 

Los verbos se inventan según la necesidad de nombrar las actividades, por supuesto, en una biblioteca existen procesos tan particulares que requieren de la invención de verbos que puedan expresar todo lo que hacemos diariamente.

El día comienza cuando timbramos, esta actividad tiene como objetivo despertar a la biblioteca y  anunciarle que hemos llegado, digitamos una serie de números que indican el comienzo del día. Acto seguido nos disponemos a encarrar, es el verbo que se usa en la Biblioteca Pública Julio Mario Santo Domingo para designar a la actividad de organizar la colección bibliográfica según las indicaciones del sistema de clasificación decimal Dewey. A 28 kilómetros de distancia, en la Biblioteca Pública Gabriel García Márquez esta misma actividad se conoce con el nombre de intercalar.

El funcionario alterna la actividad anterior con levantar colección, dícese de auxiliar a los libros. Por distintos motivos la colección se cae, una mala jugada de un niño, la carencia de sutileza de un usuario cuando saca un material, cuando esto sucede es importante ayudar a la moribunda colección y ponerla de pie, alinearla al borde del precipicio de metal.

Cuando nos subimos al transporte público camino a casa después de terminar la jornada, compartimos con familiares y amigos los acontecimientos importantes ocurridos durante el día, y entonces se experimenta el verbo paradisiar*, una sensación de satisfacción y gratitud por trabajar en una biblioteca pública, de poner al servicio de otros el conocimiento.

*Este verbo está inspirado en Borges y su frase: siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca.