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Familia
No existe un solo tipo de lector: el Plan de Lectura sabe que hay tantos lectores como habitantes tiene la ciudad

En una ciudad de casi ocho millones de habitantes, cada quien tiene una manera particular de leer: se leen las palabras, tanto en libros como en pantallas, y quizás esta sea la forma más difundida y socialmente aceptada de la lectura, pero también se lee el clima, la ciudad, las imágenes, el paisaje, el cuerpo, los gestos.

Este Plan va dirigido entonces a esa diversidad de lectores y ciudadanos de la Bogotá urbana y rural, de todas las clases, edades, etnias, orientaciones sexuales e identidades de género.

Dado que no hay lecturas más valiosas o legítimas que otras, partimos de que todos tenemos la capacidad de invitar a otros a leer, es decir, de ser mediadores: las madres, padres y cuidadores que enseñan a leer a sus hijos; el docente que tiene la convicción de que su saber no debe quedarse solo en las aulas sino que debe salir a las calles; el escritor que busca que sus libros lleguen más allá del círculo intelectual habitual; la abuela que cuenta sus historias por puro placer y para preservar la memoria; el joven que sueña con plantear sus preguntas y sus críticas a un interlocutor receptivo; la niña que imagina mundos posibles. Para todos ellos va dirigido este Plan.

Está destinado a los que se dedican con todo el conocimiento a la labor de mediar, de generar procesos para promover la inclusión en la cultura escrita y la oralidad: maestros, directivos, docentes, estudiantes, líderes sociales, gestores culturales, bibliotecarios, promotores de lectura, editores, libreros, escritores y educadores populares. Y también a los usuarios de BibloRed, que en estos 20 años han participado de los clubes de lectura, los espacios de discusión y la agenda cultural que ofrecen las bibliotecas públicas de la ciudad.

Por supuesto, este Plan acoge a aquellos que interactúan constantemente con otros y les permiten acceder a servicios públicos básicos, aquellos para quienes la lectura, la escritura y la oralidad pueden ser herramientas que faciliten y enriquezcan su labor: médicos, enfermeras y demás personal de la salud, madres comunitarias, taxistas, tenderos, guías turísticos y activistas de diferentes causas.

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